martes, 27 de marzo de 2012

211."María Magdalena penitente" (1453) de Donatello

ESCULTURA RENACENTISTA: En 1453, Donatello volvió a su ciudad natal, Florencia, y allí recibió el encargo para hacer una Magdalena penitente que tenía que ubicarse en el baptisterio de San Juan de Santa María de Fiore y que actualmente se encuentra en el Museo dell'Opera del Duomo. El escultor se inspiró en "La leyenda dorada" de Jacopo de la Vorágine donde se relata el retiro de Maria Magdalena. Para conseguir la redención de sus pecados ejerció de ermitaña en, según se cree, el sur de la actual Francia. Realizada en madera policromada, el artista planteó una mujer madura demacrada, cubierta con una prenda de piel completamente ajada, un largo pelo que le cubre el cuerpo. Es una escultura de pie, con las manos huesudas en acto de oración, con un rostro fatigado y dolorido, con unos pómulos muy marcados por su extrema delgadez. Sus ojos son profundos y la boca entreabierta presenta una dentadura mellada. Este enorme expresionismo fuera de los cánones de la antigüedad llamó mucho la atención en los ordenados humanistas. Preconizó el sufrimiento expuesto en las mejores tallas del barroco hispano e italiano de corte religioso.
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martes, 13 de marzo de 2012

210."San Sebastián" (1480) de Andrea Mantegna

PINTURA RENACENTISTA: El tema del asaetamiento de San Sebastián fue pintado tres veces por Andrea Mantegna, uno que se conserva en Viena, otro en Venecia y el que nosotros trataremos y que se halla en el Louvre de París. El artista nativo de Padua vivió en un época donde la peste negra hizo estragos y en un momento donde se pensaba que esta enfermedad se transmitía por el aire. Como San Sebastián fue martirizado con flechas transportadas por la fuerza eólica se pensaba que este santo era protector de la peste. El cuadro que se conserva en la famosa pinacoteca francesa es un fragmento del retablo de San Zenón de Verona. El santo aparece atado a una columna estriada de corte clásico muy de moda en un momento en que se miraba hacia las formas grecorromanas. La perspectiva con la que trabaja el pintor es muy baja, creando una sensación de solidez y dominio en la figura. Sus ojos miran hacia el cielo en un gesto de resignación ante el martirio. A sus pies, se muestran dos personajes que representan a los arqueros que han martirizado al santo, símbolo del mal. Destaca el gran realismo de la higuera, de la anatomía de la figura y la credibilidad visual de las ruinas clásicas.
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